viernes, 6 de junio de 2008

NOS VIENE COMO ANILLO AL DEDO

1. Ley de la simplicidad. El mensaje debe ser lo más sencillo posible para que todos y cada uno de los individuos sean capaces de comprenderlo sin exigirles demasiado esfuerzo. El mensaje debe adaptarse para que sea comprendido por el menor preparado de la masa a la que se dirige.
2. Ley de la espoleta. Consiste en atacar el punto emocionalmente más sensible de la masa objeto de la propaganda. Debe apelarse al sufrimiento padecido por la gente para espolear su reacción sentimental. Igualmente todo ese sentimiento debe canalizarse hacia un enemigo fácilmente identificable.
3. Ley de la simpatía. Las opiniones no se combaten con opiniones ni los argumentos con argumentos. La apelación racional no es necesaria. Así, opiniones y argumentos deben contrarrestarse con provocaciones dirigidas directamente a los sentimientos.
4. Ley de la síntesis. Se basa en el principio de que la síntesis es más importante que el análisis. Debe establecerse una tesis clara de partida a la que se llegará no a través de una argumentación, sino de un encadenamiento de anécdotas que dirijen a la tesis mostrada al principio.
5. Ley de la sorpresa. Fundada en la cita más famosa de Goebbels, sostiene que la mentira más eficaz es una verdad a medias plausible y creíble.
6. Ley de la repetición. Para que una mentira sea creída, es preciso repetirla hasta la extenuación siempre de la misma manera para que pueda ser retenida fácilmente.
7. Ley de la saturación y el desgaste. Se trata de desbordar al auditorio con el mismo mensaje hasta que sea incapaz de asumir racionalmente la carga de información. Igualmente el objetivo es generar el mayor número posible de mensajes para que el adversario no pueda responder a ellos.
8. Ley de la dosificación. Hay que mantener una presencia y una imagen constante en los medios. El objetivo es presentarse al público de una determinada manera, bien redentora bien mesiánica, ante un reto o una amenza al conjunto de la masa.
9 Ley de la orquestación. El mensaje debe ser único y repetido hasta la saciedad, pero no por ello debe caerse en la monotonía. El público debe percibir cierta sensación de novedad en el mensaje que, sin embargo, no debe perder su unidad.